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EN CADA DEDO, UN MINIBOSQUE

Tengo en cada dedo un minibosque
que arde con el fuego
y la falta de lluvia,
lo llorado no regresa
y un látigo violáceo en la mirada
me recuerda,
que tengo en cada dedo
un minibosque
que en los adentros quema.
Y de él escapan,
embistiendo la punta de mis dedos,
visionando un nimio punto de fuga,
manadas de cachorros,
piaras de adultos,
bandadas de inframundo,
hasta las praderas de mi sien.
 
Y alimento uno a uno al individuo
y le pongo a salvo de la descreación
que nos gobierna
y saco del cuerpo terráqueo
el alma que encierra el núcleo
y los llevo hasta el foso de luz blanca
que atraviesa su espíritu.
 
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