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LOS GRANDES OLVIDADOS

EL PRISMA DE NUESTRA MIRADA ESTÁ SUCIO

La cultura no muestra dulzura
hacia los desgraciados;
el saber no sabe
de aquellos que por la sociedad
han sido previamente olvidados, olvidados por el sol,
la ternura y el oxígeno,
olvidados por los niños
que comen ancianos,
olvidados por la conmemoración
de la alegría,
olvidados por los hijos
como cacharros,
olvidados por las madres
con cachorros propios,
y por todos los hombres
enamorados únicamente
de su propia especie.
 
Todos,
hasta los olvidados
olvidan a los más olvidados
sin querer, siquiera, evitarlo.
 
Los grandes olvidados brotan también
de los vientres de la tierra
con millones de rostros diferenciados
que no distinguiremos
del tallo de una flor.
 
PORQUE EL PRISMA
DE NUESTRA MIRADA
ESTÁ SUCIO.
 
Millones de años de violencia
en sedimentación,
el prisma de nuestra mirada
está sucio,
nadie jamás lo limpió.
 
Los grandes olvidados
cantan sus últimos llantos
en el idioma sagrado de su especie
y en sus ultimas partituras
dan la nota más alta de vida
para adentrarse en la muerte
donde todo, todos y todas callan.
 
SILENCIOooooo
OLVIDOooooo
MISERIAaaaaa
SILENCIOooooo
 
 
Los olvidados se bañan
en su propia sangre,
pianos de la cultura
teñidos de olvido magro,
ignorando en cada tecla
cada golpe del mazo.
 
PORQUE EL PRISMA
DE NUESTRA MIRADA
ESTÁ SUCIO.
Millones de años de violencia
en sedimentación,
el prisma de nuestra mirada
está sucio,
nadie jamás lo limpió.
 
Aquí traigo una flor:
La defensa bien argumentada
del inocente,
más allá de la todo,
incluida la especie.
 
No he conocido nunca a nadie
más inocente que ellos
son la flor desplazada del mundo
por la incomprensión.
 
Quizás la inocencia
no sea un valor
ya para nadie,
pero yo tengo una flor
que baila,
aunque todos se callen.
 
 
El test.
Ve a la cultura,
lleva un recipiente que puedas pesar,
pide a peso
algo de inocencia y humildad,
—si bien gratuitos,
difíciles de dar—,
luego pide algo de cinismo,
te lo regalarán en un bonita caja
de sí mismos
y en la abundancia,
tú mismo lo regalarás.
Colócate frente a la balanza
y pesa dos puñados
de inocencia y humildad
contra uno de cinismo,
¿cuál te pesa más?
 
 
Millones de años de violencia
en sedimentación,
nadie jamás lo limpió.
Si conoces a los olvidados,
recuérdales el sol, el aire, la voz
y escribe alguna línea
donde tu pensamiento emulsione, ligue con tu emoción
y redacta una propuesta circunspecta
de acción,
de liberación incontrovertible
para devolver a un olvidado,
lo hasta hoy imposible
el intachable valor
de su alma libre.
 
© Maria Luisa Arenzana Magaña
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