Cargando...

LA ARTESA

Mi abuela:
paisaje de invierno,
nieve cruda,
esfera blanca de horizontes,
y sobre un gélido sauce,
el ángel eterno
surcando el cielo,
el edén en sus adentros,
toda la belleza contenida
era ella, sus manos crujiendo,
escarchando la tierra,
descontando la vida,
recortando sus penas
entre sábana y paño,
ya quebradas sus piernas,
ya acuciantes los daños,
siempre blandas sus yemas.
 
Mi abuela,
metamorfosis lánguida,
carámbano seco,
historia del tiempo,
paisaje de invierno,
pesebre dentro
era ella.
 
Y allí en su artesa
nos amasaba,
nosotros: su masa blanda,
su mezcla combinada,
llevamos desde entonces
el dulce de sus huellas desglosadas,
un pequeño fleje,
de roble unas duelas
y hoy siento en cada una,
sus desmenuzadas ternuras.
En hélices de flotabilidad
nos mantenía
a salvo de las idas y venidas
de la vida,
molía para nosotros
el daño del mundo
y nos lo entregaba
en polvo menudo,
privado de amenazas
y allí,
sobre fábulas de leña y fuego,
nos elevábamos
ángeles y dragones,
sueños y miedos
y nos enredábamos
en las redes del afecto
y nos salvábamos del mundo,
salvando al mundo
que acucia ciego.
 
Siempre mantuvo tierno el corazón,
mi abuela,
nos derretía en el fogón
sus silenciosas penas,
para que nadie las viera
y se quedara con ellas,
y se nos hizo perenne
y se nos hizo de todos,
de sus hijos, de sus nietos,
con bondades sobretodo,
de lindantes, extraños y conocidos,
de todo el que la hubo vivido
y ahora pienso que quizás,
con pensar tanto en los demás,
no fue nunca de si misma.
 
Mi abuela, esa heroína nuestra
que nadie leerá en ningún libro.
 
© All rights reserved

Del libro: Todo el amor que soy

#abuela #amor #artesa #cuidados #ternura

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Maria Luisa Arenzana Magaña...



Top