#EscritoresEspañoles
Tendría alrededor de ochenta años, estaba atascada en un semáforo, como un barquito de vela bajo la tormenta,
Es inútil buscarlo. Cuando menos lo esperas, aparece en un bar. Y ya nada es igual en adelante. Un día tocas los dientes de la gloria,
Lentos por las aceras, inmóviles en las repisas, aovillados
Tienes veinte años, tienes a la vida por el cuello a tu merced; pero no es suficiente,
Dejo el periódico sobre la barra. Enciendo un cigarrillo. Tomo
Cosas de la edad, supongo: te da por mirar atrás,
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,
Esta noche, por lo que a mí respecta bien podría saltar el mundo en mil pedazos. Por qué no. Y nosotros con él. Acabar. Echarle de una vez
Mujeres como tú son las que consiguen que se declaren las guerras y que algún general
No es que moleste en sí, pero cuesta acostumbrarse. Eso de que vayas por ahí
Acaba de cruzar frente a mi parabrisas. Es ella. La recuerdo
Las primeras tienen su cosa, es cierto. Otra vez con el trago en la mano, uno se siente a gusto de sentirse tan mal, de tener ese cuerpo,
Como el viento que encuentra una rendija y se cuela en la habitación y lo desordena todo libros
Un simple comentario a destiempo, sin ninguna intención.
Después de haber visto el mundo, a través de una botella, durante más de quince años, ahora –pasada ya la cumbre de la r…