Arco sublime de triunfo, Que adornas el vasto cielo, Cuando su confuso velo Recoge la tempestad; No al oráculo severo
Belleza de dolor, en quien pensaba Fijar mi corazón, y hallar ventura… Adiós te digo, ¡adiós!—Cuando mir… Respirar en tu frente calma y pura El ingenuo candor, y en tu sonrisa
¿Aún guardas, árbol querido la cifra ingeniosa y bella con que adornó mi adorada tu solitaria corteza? Bajo tu plácida sombra
El cielo está puro, La noche tranquila, Y plácida reina La calma en el mar. En su campo inmenso
Huracán, huracán, venir te siento, Y en tu soplo abrasado Respiro entusiasmado Del señor de los aires el aliento. En las alas del viento suspendido
Cuando angustiado gimo En esta ausencia impía, Escucha, amada mía, La voz de mi dolor. Y cuando aquestos versos
¡Escollo vencedor del tiempo cano, Isla en el mar oscuro del olvido, Misterio entre misterios distingui… De un inmenso arenal gran meridian… ¡Montaña artificial, resto tremend…
Con dulce llanto bañarán gimiendo El yerto corazón de Childe-Hárold Las vírgenes de Grecia. Su cadáve… Descansará en su patria, circundad… Por los huesos de sabios y de fuer…
Es ella, sí: la venerada frente Que adoró mi niñez, de nuevo miro Con profunda emoción, aunque las h… Del tiempo y del dolor tiene graba… He aquí los ojos que mi débil cuna
¡Cuán difícil es al hombre hallar un objeto amable con cuyo amor inefable pueda llamarse feliz! Y si este objeto resulta
¿Qué tristeza profunda, qué vacío siente mi pecho? En vano corro la margen del callado río que la celeste Lola al campo se partió. Mi dulce amiga…
¡Qué! ¡De las ondas el hervor ins… Mece por fin mi lecho estremecido! ¡Otra vez en el Mar!... Dulce a m… Es tu solemne música, Oceano. ¡Oh! ¡cuántas veces en ardientes s…
Hipócrita, perjuro, despiadado, Sin ninguna virtud que amar le hic… Bañose en sangre y con delicia vie… La muerte y el terror siempre a su… A Venezuela mísera ensañado
Cuando en mis venas férvidas ardía la fiera juventud, en mis cancione… el tormentoso afán de las pasiones con dolorosas lágrimas vertía. Hoy a ti las dedico, Esposa mía,
Cuando en la etérea cumbre De los eternos Andes se amontonan Mil pavorosas nubes, De hielo, fuego y destrucción preñ… Y con fúnebre cerco los coronan,