#EscritoresEspañoles
En todas las ciudades que he pisado me ha parecido verte: un autobús que arranca y que no cojo,
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren —y a los que quiero de verdad—,
No solo eres guapo, fuerte y listo, sino que además de conciencia ni una pizca
Cuídate mucho de los que sólo miran, de los que siempre están detrás, de esos a los que nunca
Están cogidos de la mano en silencio, bajo los soportales. El niño mira su columpio, muy triste,
No es el de la niñez, aquellas mañanas de diciembre, a lo largo del río, hacia el colegio. Ni se trata tampoco de aquel otro
Acaba de cruzar frente a mi parabrisas. Es ella. La recuerdo
Lentos por las aceras, inmóviles en las repisas, aovillados
Nunca lo he visto antes, pero conozco a ese hombre. (Si me acercase, distinguiría en sus ojos
Gente exhausta, con la vista clavada en el suelo,
De aquí a un tiempo, puede que llegue a ser como vivir
Sale de la marquesina y mira hacia la izquierda; vuelve y reinicia su pequeño “claqueteo” nervioso. No aguanta más, se muere, necesita
Ya poseemos casi todo lo que nos iba a hacer felices. Puede decirse
Llegan y se van sin hacer ruido —como buenos clientes—, luego el tiempo los confunde
Un paquete de tabaco, un libro de poemas, cuarenta duros para tomar unas cervezas... Poca cosa, es verdad: