#EscritoresMexicanos
¡Y pensar, conmovido corazón, Que algún día nefando, los gusanos Han de roerte tus orgullos vanos Y emponzoñar tu fuente de emoción.… Saber la vida tránsfuga, y saber
Vi una canción pintada de limón am… Que caía sin ruido de mi frente ve… Y luego sus gemelas una a una. Este año los árboles se desnudaron… Ya será el ruido cuando las pisemo…
Encima de la vida, inaccesible, Negro en los altos hornos y blanco… Y amarillo en las hojas supérstite… Para fumarlo a sorbos lentos de co… Para esculpir sus monstruos en las…
En esa frente líquida se bañaron… Que fisgaban los viejos desde las… Púberes. Cuando éramos dos sin percibirlo c… Cuando tanto decíamos la voz amor…
Las palabras más ricas, Menguante aurirrosado de la luna, Se me van por el lago, verticales, En una temblorosa exaltación, A colgarse de ti.
Me he querido mentir que no te amo… Roja alegría incauta, sol sin fren… En la tarde que sólo tú detienes, Luz demorada sobre mi deshielo. Por no apagar la brasa de tus labi…
Cómo me cantarías sino muerto Al descubrir de pronto bajo el cie… El pensamiento estéril y la tenaz… Si sobre su oleaje ahora atardecid… Surcaron formas plácidas,
Palabras oscuras, que entonces Me parecían, ¡ay!, tan claras. Hoy me estaría aquí pensando Hasta el alba, desesperadamente, Sin arrancarles un sentido:
Primero amaneció para mis ojos. Que yo estaba caído En la cisterna de tu sueño, Y sin saber voltearme el corazón Y alzarme de puntillas en su vérti…
Las cosas que entran por el silenc… Sabemos, porque nos dejamos olvida… Soledad llega por los espejos vací… Rompiendo las vitrinas de museo; l… Granadas para que entre el grillo…
Me acerco a las prudentes Islas V… Abeja (la canela y el sándalo, el… Y otras, las rubias, el añil y el… Pero son demasiado cautas para mi… Y me huyen, fingiéndose ballenas.
Sólo tu palabra, Río, deletreada, Repetida, agria. Sólo las estrellas —Solas—en el agua
La noche, que me espía por el ojo De la cerradura del sueño, Gotea estrellas de ruidos inconexo… ¿Para qué este hilo de aire con ec… Ya ningún lápiz raya mi memoria
A esta hora ese telegrama amarillo Ya sólo trae malas noticias: Un hombre, yo, tan agobiado... ¡Cómo abre —¡qué lívida!— Sus ventanas, leyéndolo, mi casa!
Primero está la noche con su caos… Yo subo por los pianos que se deja… Arriba el día me amenaza con el fr… Y no sabré el final de ese nocturn… Ni las estrellas me dirán cuál fue…