poemas viejos #5
Mi enamorada no tiene rostro,
no tiene ojos que miran a la calle desde la ventana
ni alumbra su pelo el salón al brillar bajo las velas de invierno.
No tiene voz, no canta,
no tiembla el suelo cuando baila, ni agita el viento
cuando ríe, o llora, o enciende la cafetera.
No tiene color en los labios
ni brillo ni mal gusto,
no escucha música vieja ni lee literatura francesa.
Pero tiene alma,
tiene alma y tiene (aunque ojalá no tuviera)
una tumba con su nombre escrito en este profundo abismo
del mundo.
Tiene lágrimas que no llora, tiene desidia, tiene
una libreta de poemas sobre mí.
Mi enamorada no tiene nombre, es la ausencia de letras,
la ausencia de amor, de experiencia,
es el hueco en el suelo en el que se va a juntar la lluvia
en alguna otra parte.
Quiere (tanto como quiero yo)
que deje de llover.
