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poemas viejos #1

Fregar el suelo de la cocina no va a salvar el mundo
de ningún horror moderno, pero
inténtalo por mí.
Coge el friegasuelos de pino y llena una cubeta de agua y luego,
escurriendo con cuidado, quita las manchas y deja a tu paso
el frescor innegable de las cosas que van bien.
Cuando acabes te tocará esperar y ver secarse
los azulejos del piso y, entonces,
podrías llegar a pensar:
Hacer esto es como no hacer nada,
solo que me canso más.
Pero no lo pienses, no lo pienses y vete a quitar
el polvo de la estantería del salón.
Mira los libros que vas a leerte, silba un rato y observa,
poco a poco,
cómo se torna nuevo el día.

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