#EscritoresNicaraguenses #Modernismo
¿Cómo decía usted, amigo mío? ¿Qué el amor es un río? No es ext… Es ciertamente un río que, uniéndose al confluente del d… va a perderse en el mar del deseng…
Amo los pálidos rostros y las brunas cabelleras, los ojos lánguidos y húmedos propicios a la tristeza, y las espaldas de nieve,
Ínclitas razas ubérrimas, sangre d… espíritus fratemos, luminosas alma… Porque llega el momento en que hab… lenguas de gloria. Un vasto rumor… mágicas ondas de vida van renacien…
Señora, el Amor es violento, y cuando nos transfigura nos enciende el pensamiento la locura. No pidas paz a mis brazos
¡Desgraciado Almirante! Tu pobre… tu india virgen y hermosa de sangr… la perla de tus sueños, es una his… de convulsivos nervios y frente pá… Un desastroso espirítu posee tu ti…
Ajena al dolo y al sentir artero, llena de la ilusión que da la fe, lazarillo de Dios en mi sendero, Francisca Sánchez, acompáñame... En mi pensar de duelo y de martiri…
Cuando cantó la culebra, cuando trinó el gavilán, cuando gimieron las flores, y una estrella lanzó un ¡ay!; cuando el diamante echó chispas
Amar, amar, amar, amar siempre, co… el ser y con la tierra y con el ci… con lo claro del sol y lo oscuro d… amar por toda ciencia y amar por t… Y cuando la montaña de la vida
A un tal que asesinó a diez y era la imagen del vicio, muerto, el Soberano Juez le salvó del sacrificio sólo porque amó una vez.
Niña hermosa que me humillas con tus ojos grandes, bellos: son para ellos, son para ellos estas suaves redondillas. Son dos soles, son dos llamas,
¿Cuentos quieres, niña bella? Tengo muchos que contar: de una sirena de mar, de un ruiseñor y una estrella, de una cándida doncella
En las pálidas tardes yerran nubes tranquilas en el azul; en las ardientes manos se posan las cabezas pensativas. ¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces…
¡Advierte si fue profundo un amor tan desgraciado, que tuve odio a un hombre honrado y celos de un moribundo!
Nada más triste que un titán que l… Hombre—montaña encadenado a un lir… Que gime fuerte, que pujante implo… Víctima propia en su fatal martiri… Hércules loco que a los pies de O…
Sí, yo he escrito estos Abrojos tras largas penas y agravios, ya con la risa en los labios, ya con el llanto en los ojos. Tu noble y leal corazón,