Flor marchita.
"Nunca permitamos que se marchite la flor"
Nueva vida latía
en su interior.
Su juventud extrema,
arropaba
su vientre
en un caos de
angustias y secretos
que rompían su
furtiva alegría.
Nunca,
"el todo" y "la nada"
fueron tan efímeros.
No imaginaba
que esos latidos
durarían tan poco,
y que su risa
ingenua,
se apagaría
bruscamente,
convirtiéndose
en un juguete roto
en manos
de todos.
Los cánones
sociales
y familiares,
hicieron presa en ella
como garfios fríos
ausentes de piedad.
Y fue débil,
muy débil.
En su vida,
hubo un
"antes"
lleno de ilusiones
y un
"después"
atormentado.
Sus años,
se sumaron de pronto,
y su corazón
lleno de inocencia,
envejeció.
Solo sabía que ese ser,
(el que llevó consigo),
vivió en las tinieblas
y nunca tuvo
un amanecer.
“Ella” fue esa tierna flor
que simplemente
“todos”
dejaron marchitar...