La decepción me invade, siento miradas lastimosas, palabras vacías llenas de humo que solo quieren tapar la ignorancia absoluta de mi dolencia.
Nadie sabe nada, ni siquiera los más eruditos y para mi sosiego, creo que hasta esa realidad ha dejado de afectarme.
Me dejo llevar por los que siempre me han querido y hago lo que desean, aunque me parezca absurdo o inútil.
Un día más, ya sin esperar nada.
Eso sí, un día más...