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Poco interés presentan estas cosas para un Concilio, que otras más ur… —la talla de los ángeles, las fuen… del Edén–, y sin duda, más valiosa… apremian sin cesar. Insisto empero
El rumor de las máquinas crecía en la sala contigua: ya mi espera de un adjetivo –o de tu cuerpo– no… más que un intento de acortar el d… La noche que llegaba y precedía
Estoy tan confundido que en el aire empañado veo un esp… que la luz se me rompe en las pupi… cuando los ciegos cantan en el met… Que salgo al cielo tenso de la cal…
Jardín de los idiomas en el pecho… navegas Curazao contra la costa ar… —pez de fina madera y rosa de los… sobre tu puente gira la luna innav… Jardín de la palabra, forjas en el…
El paso no, del Dios, sino la hue… escrita entre las líneas de la pie… verdinegra y porosa. Aún la hiedra retiene las pisadas, aún destella de su cuerpo el contorno sobre roj…
Contra todos los idiomas, contra ustedes, señores sapos, tri… contra la Real Academia de la Mal… contra el seseo español, contra el merci, merci monsieur y…
Oye, qué acordeones falsos. La lucidez, el muro blanco, (la voz gangosa del disco) rayado, un leopardo arisco preso entre los hilos rojos.
¿Por qué el Oriente, en tus libros? La pregunta cae, metalizada en el auricular, como una moneda que rebota en la obscuridad y sigue, en el embaldosado, la diagonal del alfil. ...
¿Los dioses se fueron, se quedaron, murieron con Beny Moré ellos que con él alucinaban, o habitan aún las orquestas habane…
Abierta, no, entrejunta. Esa ranura mira. Detrás de lo blanco, blanco.
Omítemela más que lo omitido cuando alcanza y define su aporía, enciende en el reverso de su día un planeta en la noche del sentido… A pulso no: que no disfruta herido…
Flauta. Son. La madrugada se descompone en su prisma de grises donde se abisma el gris de tu voz rajada. Blanco. La línea borrada
El mar con destructora música invo… la ciudad que la luz redescubre ju… El ave gritando toscamente hacia u… Todo su amplia vigilia lo gobierna… sus palabras invoco– menos el agua…
¿Qué se hicieron los cantantes, los reyes, los Matamoros de dril nevado y los oros de las barajas de antes? ¿Quién las tardes del Cervantes
Caminando por siete mundos, Recostado a un silencio, Que no hay voz que lo rompa, Ni ser que lo divida, Inestable e inexacto,