Me acostumbré; y ellos lo saben:
a angustiarme, a tener miedo,
a temer que todo se derrumbe,
a sentir de los demás la pesadumbre,
a reñir con la crueldad, la incomprensión
las invocaciones del suspiro,
la molestia que me causan los vampiros,
los chupa sangre, los quejosos sin dolor.
Lo que no saben ellos es;
que mi infortunio se consuela con caricias,
que mi coraje es compatible con la risa,
y a la injusticia, la rechaza mi pudor.
Por ignorar al corazón,
ellos no sienten, ni lo entienden, ni se animan.