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Cayó una hoja y dos y tres. Por la luna nadaba un pez. El agua duerme una hora
Sobre el monte pelado un calvario. Agua clara y olivos centenarios. Por las callejas
El campo de olivos se abre y se cierra como un abanico. Sobre el olivar
Yo no podré quejarme si no encontré lo que buscaba. Cerca de las piedras sin jugo y lo… no veré el duelo del sol con las c… Pero me iré al primer paisaje
En la casa se defienden de las estrellas. La noche se derrumba. Dentro, hay una niña muerta con una rosa encarnada
Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.
En la luna negra de los bandoleros, cantan las espuelas. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu jinete muerto?
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Los días de fiesta van sobre ruedas. El tío-vivo los trae, y los lleva. Corpus azul.
Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente,
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua
Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas
Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,
Si muero, dejad el balcón abierto. El niño come naranjas. (Desde mi balcón lo veo). El segador siega el trigo.
Juan Breva tenía cuerpo de gigante y voz de niña. Nada como su trino. Era la misma