(criada)
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La luna clava en el mar un largo cuerno de luz. Unicornio gris y verde, estremecido, pero extático. El cielo flota sobre el aire
El cielo nublado pone mis ojos blancos. Yo, para darles vida, les acerco una flor amarilla.
¡Esa esponja gris! Ese marinero recién degollado. Ese río grande. Esa brisa de límites oscuros. Ese filo, amor, ese filo.
Viento del Este; un farol y el puñal en el corazón. La calle
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua
Yo decía: “Tarde” Pero no era así. La tarde era otra cosa que ya se había marchado. (Y la luz encogía
Agosto. Contraponientes de melocotón y azúcar, y el sol dentro de la tarde, como el hueso en una fruta.
Mi sombra va silenciosa por el agua de la acecia. Por mi sombra están las ranas privadas de las estrellas. La sombra manda a mi cuerpo
Veinticuatro bofetadas. Veinticinco bofetadas; después, mi madre, a la noche, me pondrá en papel de plata. Guardia civil caminera,
¡Ay, petenera gitana! ¡Yayay petenera! Tu entierro no tuvo niñas buenas. Niñas que le dan a Cristo muerto
Los días de fiesta van sobre ruedas. El tío-vivo los trae, y los lleva. Corpus azul.
En la torre amarilla, dobla una campana. Sobre el viento amarillo,
Enrique, Emilio, Lorenzo. Estaban los tres helados: Enrique por el mundo de las camas;
Por el arco de Elvira quiero verte pasar Para saber tu nombre y ponerme a llorar. ¿Qué luna gris de las nueve
Tú querías que yo te dijera el secreto de la primavera. Y yo soy para el secreto lo mismo que es el abeto. Árbol cuyos mil deditos