#EscritoresArgentinos
Ya nunca más arpegios voluptuosos Se tomará el café por las mañanas y por las noches furtivamente se hará el amor contra reloj
Rechazamos la guerra todo el tiempo que sea necesario. Nos callaremos pero no para siempre. Ocultaremos nuestra cara
Harto de comparsas y murgas ambiciono una orquesta de cámara para mis silencios. Una nota encerrada en su altura.
Dejo de latir dejo de ser el pulso donde antaño vibrara el Universo. Delicadamente me entrego a las argucias del amor
Busco sigo buscando entre las esperanzas. Ato mi razón descuelgo de ella un sinsentido.
Es un verso que de habérmelo propuesto lo hubiera escrito yo. Mi voz la palabra publicada tiene mi voz.
Atado por mis vicios a sórdidas cadenas me oculto para no ser el vuelo de los pájaros. Del brazo de la muerte
Es de noche en la ciudad todos duermen menos el sonido palpitante del corazón del tiempo latiendo acompasadamente
Estoy casi muerto y sin embargo siento latir mi corazón. Una especie de rebuscada finura
Verdad hiriente la verdad de unos labios enamorados. Allí donde la noche desanima a los pequeños pobres taciturnos
Dejo de ser. Abrazo de un salto el halo frágil de una voz y entrego a cualquier palabra
En la noche cuando nos encontrábamos la plenitud de la oscuridad hacía de nosotros infinitos corceles enamorados.
Para habitar estos nuevos infiernos que poseo busco nuevos demonios. Demonios del olvido
Piel abrochada a mi garganta piel de pieles. el hombre que buscaba no existe ni siquiera en mí. Retrocedo todo
Dame tu pan y mi alegría era ser tu pan. Dame tu leche y mi alegría era darte mi leche. Dame tu carne y mi alegría