¿Por qué esos lirios que los hielo… ¿Por qué esas rosas a que agosta e… ¿Por qué esos pajarillos que sin v… se mueren en plumón? ¿Por qué derrocha el cielo tantas…
Cuando duerme una madre junto al n… duerme el niño dos veces; cuando duermo soñando en tu cariño mi eterno ensueño meces. Tu eterna imagen llevo de conducho
¡Ay, aquel beso, aquel beso, semilla de mi pasión! De él quedé por siempre preso, siento su gigante peso encima del corazón.
Mi Teresa es española y mi España es tereaiana; vive mi alma siempre sola; mi patria es la del mañana. Aldonza hecha Dulcinea
Cuando baja por la tardo del cielo la hora bendita en que acudía a la cita temblando mi corazón, siento que me estruja el pecho
El recuerdo de aquel beso es el co… del bajel que de mi amor trasporta… y el del día de tu muerte el recio… de su vela que me arrastra al infi… Con el árbol de tu vida hice la ba…
Sobre tu pelo en que el sol se bañ… íbanse a solear en blancos copos las aladas semillas de los chopos bajo el desnudo cielo azul nevaba. Nevaba al borde allí de la chopera…
Tu pobre dolido seno cuando lo abrías al sol, de luz y esperanzas lleno para quemar el veneno de la muerte, era un crisol.
Te recitaba, Becquer... Golondrin… refrescaban tus sienes al volar; las mismas que, piadosas, hoy, Ter… sobre tu tierra vuelan sin cesar. Las mismas que al Señor, de la co…
¡Ay!, estas noches de febril desve… siento sobre mi frente de tu mano las frías yemas, y sobre el corazón me esparce el h… de la que viene el sueño, que es s…
Corral de muertos, entre pobres ta… hechas también de barro, pobre corral donde la hoz no siega… sólo una cruz, en el desierto camp… señala tu destino.
No lo dudes, Teresa, fui Ramee y tú fuiste Julieta; no hay más que una pareja, que el… nuestro inmortal poeta,, va sin cesar rimando en rimas vari…
«Los amantes de Teruel, tonta ella y tonto él.» Es lo que dicen los tontos cuando han perdido la fe en su tontería misma,
Yo te di la noticia y mirándome: «Padre nuestro, que estás en1 los… empezaste; en tus ojos dos lágrima… al sol se encendieron. «Venga a nos el tu reino...»—decía…
Eran tus ojos en aquellas tardes dos alondras cobardes; eran como al volver de arar la yun… y mirándome ¡cómo los abrías! eran una pregunta