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Vida Compartida

Mi pensamiento cabalga por las profundidades de los mares, se mezcla con las olas que van y vienen, horadando piedras y arrastrando arenas por costas y playas. Amo los libros, la poesía y la música. Me estremece el rostro inocente de un niño y me golpea el marchito y cansado del hombre que los años encorvan sus espaldas.
A él, su pensamiento, apenas salpica la profundidad de los charcos que deja una tarde lluviosa. Ama la música pero no la lectura ni la poesía. Le estremece, tal vez, el rostro del niño pero no le golpea el marchito y cansado del anciano.

Y siendo así: ¿Cómo podemos ir juntos por la vida...?

Caminamos por ella, tomados de la mano, ayudándonos a vivir, sin profundizar ni analizar mucho, con la risa pronta y las lágrimas contenidas, viviendo el día a día. Porque es bueno que lo sepas: La soledad es dura, es amarga y muy difícil, cuando se han cumplido más de los sesenta. Está llena de rincones vacíos, tristes...

Te conformas, entonces, con llenar parte de tus vacíos y compartir un poco de tus tristezas... Y ¡créeme...! Casi eres feliz.

Otras obras de Mary Rodríguez Mesa De Pastrana...



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