AGUA EN EL AGUA
#EscritoresAndaluces #EscritoresEspañoles #LaMuerte (1918-1924)
Como hemos venido a la Capital, he querido que Platero vea El Vergel... Llegamos despacito, verja abajo, en la grata sombra de las acacias y de los plátanos, que están cargados todavía....
Se vistió la nieve de vagos carmines. ¿Me quieres?- me dijo ¡Te quiero!- le dije. Me besó en la boca
No me mirarán diciendo: «¿Qué ere… sino sin curiosidad y noblemente. Porque yo seré también de los quie… y ya no tendré difíciles los pensa… Mis ojos serán, tranquilos, los su…
Nos la encontramos mi hermano y yo volviendo, un mediodía, del colegio por la callejilla. Era en agosto—¡aquel cielo azul Prusia, negro casi, Platero!—y para que no pasáramos tanto calo...
La tarde de mi espíritu, de pronto, se incendió de grana. Se deslumbraron mis ruinas... —Mi sentimiento era ausente de instante, y temeroso
Yo quería, Platero, que tú entraras aquí conmigo; por eso te he metido, entre los burros del ladrillero, sin que te vea el enterrador. Ya estamos en el silencio... Anda... Mira: este es...
¡Yo solo vivo dentro de la primavera! (Los que la veis por fuera, ¿qué sabéis de mi centro, qué sabéis de su centro?
Ya viene la primavera. ¡Lo ha dicho la estrella! La primavera sin mancha. ¡Lo ha dicho la agua! Sin mancha y viva de gloria
Tú, lo grande, anda, descansa en honor de lo pequeño; que su mundo está en su hora y tu hora es el universo.
Yo no seré yo, muerte, hasta que tú te unas con mi vida y me completes así todo; hasta que mi mitad de luz se cierr… con mi mitad de sombra
Aún soñaba en las dulzuras de esta… Estoy solo; mis amores están lejos… y mi alma que se muere de tristeza… de nostalgia y de recuerdos, se sumía fatigada
Ante mí estás, sí. Mas me olvido de ti, pensando en ti.
Por fuera luz de plata, por dentro fuego rojo, como los cuerpos mundos del eterno tesoro.
Cuando, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, por la oscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los niños pobres juegan a asustarse, fingiéndos...
Mientras, cantan los pájaros y las ramas se mecen, y el sol grande sonríe. ¡En la sombra dorada, —¿un siglo o un instante?—,