La copa final
#EscritoresAndaluces #EscritoresEspañoles #LaEstaciónTotal (1923-1936)
Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua. (Arriba y abajo, se me abre el alma). ¡Entre dos melodías,
Cállate, por Dios, que tú no vas a saber decírmelo. Deja que abran todos mis sueños y todos tus lirios. Mi corazón oye bien
¿A que no sabes, Platero, a qué venían esos niños? A ver si yo los dejaba que te llevasen para pedir contigo la llave en los toros de esta tarde. Pero no te apures tú. Ya les he dicho q...
Qué trasparente amor, en la cálida tarde tranquila, el del azul y yo. Mi pena viene y va. Mas la mira una estrella suave
Pájaro del agua ¿qué cantas, qué encantas? A la tarde nueva das una nostaljia de eternidad fresca,
Ahí viene, por el sol de la calle Nueva, la chiquilla de los piñones. Los trae crudos y tostados. Voy a comprarle, para ti y para mí, una perra gorda de piñones tostados, Platero. Novie...
¡Qué alegre, en primavera, ver caer de la carne del invierno el vestido, dejándola en errante amistad con las rosas,
Cuando el amor se va, parece que se inmensa. ¡Cómo le aumenta el alma a la carne la pena! Cuando se pone el sol
Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad. Cuando habla, le faltan notas, cual a los pianos...
Por un camino de oro van los mirlo… Por un camino de oro van las rosas… Por un camino de oro voy... ¿Adónde, otoño? ¿Adónde, pájaros y flores?
Acabas de salir de tu alcoba... Y… está desarreglada, deshojada, marc… sobre una silla de oro, el corsé p… que llevabas la tarde de la última… En el sofá –¡oh recuerdos!– la mag…
Ahí la tienes ya, Platero, negrita y vivaracha, en su nido gris del cuadro de la Virgen de Montemayor, nido respetado siempre. Está la infeliz como asustada. Me parece que esta vez se h...
Delante está el carmín de la emoci… Y al fondo de la vida, por el suave azul nublado, entre las cobres hojas últimas que se curvan en éstasis de gloria…
¿Te cojí? Yo no sé si te cojí, pluma suavísima, o si cojí tu sombra.
La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las ...