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Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,
En el soto, los alamillos bailan uno con otro. Y el arbolé, con sus cuatro hojitas,
La luna gira en el cielo sobre las sierras sin agua mientras el verano siembra rumores de tigre y llama. Por encima de los techos
¡Viva Sevilla! Llevan las sevillanas en la mantilla un letrero que dice: ¡Viva Sevilla!
La luna asoma Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables.
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla
¡Qué trabajo me cuesta dejarte marchar, día! Te vas lleno de mí, vuelves sin conocerme. ¡Qué trabajo me cuesta
Fuera la lluvia cae sin cesar... En mis cristales viene a tocar su sinfonía:
Pulpo petrificado. Pones cinchas cenicientas al vientre de los montes, y muelas formidables a los desfiladeros.
Mamá, yo quiero ser de plata. Hijo, tendrás mucho frío. Mamá.
Cuatro granados tiene tu huerto. (Toma mi corazón nuevo.) Cuatro cipreses
La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas. La aurora de Nueva York gime
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
Odian la sombra del pájaro sobre el pleamar de la blanca meji… y el conflicto de luz y viento en el salón de la nieve fría. Odian la flecha sin cuerpo,
Ayer. (Estrellas azules.) Mañana. (Estrellitas