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Naranja y limón. ¡Ay de la niña del mal amor! Limón y naranja. ¡Ay de la niña,
Bajo el Moisés del incienso, adormecida. Ojos de toro te miraban. Tu rosario llovía. Con ese traje de profunda seda,
Mi corazón oprimido Siente junto a la alborada El dolor de sus amores Y el sueño de las distancias. La luz de la aurora lleva
En la luna negra de los bandoleros, cantan las espuelas. Caballito negro. ¿Dónde llevas tu jinete muerto?
Mi niña se fue a la mar, a contar olas y chinas, pero se encontró, de pronto, con el río de Sevilla. Entre adelfas y campanas
El mar sonríe a lo lejos. Dientes de espuma, labios de cielo. ¿Qué vendes, oh joven turbia
Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas. Una vestida de verde,
Amor, amor que está herido. Herido de amor huido; herido, muerto de amor.
Enrique, Emilio, Lorenzo. Estaban los tres helados: Enrique por el mundo de las camas;
Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,
Las manos de mi cariño te están bordando una capa con agremán de alhelíes y con esclavina de agua. Cuando fuiste novio mío,
Debajo de la hoja de la verbena tengo a mi amante malo. ¡Jesús, qué pena! Debajo de la hoja
Salen los niños alegres de la escuela, poniendo en el aire tibio del abril canciones tiernas. ¡Qué alegría tiene el hondo
Bajo el naranjo, lava pañales de algodón. Tiene verdes los ojos y violeta la voz. ¡Ay, amor,