Nace de la cuna el espanto
y muere pronto la inocencia,
claro de luna en tu conciencia
entenebreces al vil canto.
En aquel pobre y hastiado santo
ajetrea una actual demencia,
donde el muerto ángel influencia
la voz hermosa del encanto.
Y me meces bajo un gran halo
debajo de tu ala, allí el regalo
blanco y fino como una daga
espera muerto en el silencio
reposa en tu sonrisa aciaga.
¡Dulce nostálgica, aun te aprecio!