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Hazañas Disparatadas

 
 
En una feria de pueblo,
bajo luces de colores,
un joven enamorado
buscaba impresionar amores.
 
“Dispuesto estoy por usted
por la ventana saltar,”
dijo mirando la noria,
la más alta del lugar.
 
La chica, entre asombrada
y un poco divertida,
le respondió con picardía:
“Pues hazlo, si es tu medida.”
 
Sin pensarlo dos veces,
el muchacho se encaramó,
y ante la mirada atónita
de todos, al aire saltó.
 
Cayó sobre un colchón inflable
que por suerte allí encontró.
La multitud quedó boquiabierta,
y él, ileso se levantó.
 
“Por usted sacaré el Titanic del mar,”
continuó con su discurso osado.
Ella rió, “No hace falta tanto,
con lo de la noria me has ganado.”
 
Pero él, embalado en su afán,
al estanque de patos se lanzó,
y tras bucear unos segundos,
con un pato de goma emergió.
 
“¡He rescatado al Titanic!”, exclamó,
sosteniendo su “tesoro” en alto.
La chica, entre risas y aplausos,
lo abrazó de un solo salto.
 
Y con hazañas disparatadas
y un corazón lleno de valor,
el joven ganó a su amada
y el pueblo una historia de amor.

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