#EscritoresCubanos #EscritoresMatanceros #ParaNiños
En el río San Juan vive un pececito que aprende a nadar. Sobre el Yumirí —iris diminuto—
La garcita campesina polainas de tierra y alitas de harina. Pañuelo al viento se ve la garza.
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
Nombres tuyos, nombres míos, que recibimos de ayer como el agua de los ríos y que debes conocer: Bejucos de la Perdiz,
El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
Ahí viene la gata de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano. Tírale una
—¡Hola, Pinocho!, ¿qué haces ahí? —Busco una joya que ayer perdí. —Dime, Pinocho, ¿que joya?, di. —Un pedacito de mi nariz.
El cielo es un espejo y la gaviota suelta su vela blanca desde la costa. Marinera del aire,
Con sus pichones la codorniz a la sabana viene a dormir. Un perro ladra
Cinta de arena para la nena. Gorro de sal para el coral. Y para el sol
¿Has visto a la mariposa danzando sobre el rosal para saludar la rosa...? ¿O los vuelos del zunzún alrededor de las flores
Torito camagüeyano y de la sabana rey, he venido de muy lejos queriéndote conocer. Debajo del algarrobo
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
De parte del aguacero que cubran con un paraguas al retoño del almendro. El coralillo rosado debe prestar atención:
Nene, vanos a dormir; no son horas de reír: duerme el viento, duerme el sol, duermen las gallinas