Recogido por Esteban Peicovich en su libro "Borges, el palabrista"
#EscritoresArgentinos
Amamos lo que no conocemos, lo ya… El barrio que fue las orillas. Los antiguos, que ya no pueden def… porque son mito y esplendor. Los seis volúmenes de Schopenhaue…
En el santuario hay una espada. Soy el segundo sacerdote del templ… Otras comunidades veneran un espej… Creo que se eligieron esas cosas p… Hablo con libertad; el Shinto es…
En un corredor vi una flecha que indicaba una dirección y pensé que aquel símbolo inofensivo había sido alguna vez una cosa de hierro, un proyectil inevitable y mortal, que entró en la ...
De la serie de hechos inexplicables que son el universo o el tiempo, la dedicatoria de un libro no es, por cierto, el menos arcano. Se la define como un don, un regalo. Salvo en el caso...
... En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo,...
Ya puedes ver el trágico escenario y cada cosa en el lugar debido; la espada y la ceniza para Dido y la moneda para Belisario. ¿A qué sigues buscando en el brumo…
Más vil que un lupanar la carnicería rubrica como una afr… Sobre el dintel una ciega cabeza de vaca preside el aquelarre
Que otros se jacten de las páginas… a mí me enorgullecen las que he le… No habré sido un filólogo, no habré inquirido las declinacion… la de que se endurece en te,
Siempre lo cercó el mar de sus may… los sajones, que al mar dieron el… ruta de la ballena, en que se aúna… las dos enormes cosas, la ballena y los mares que largamente surca.
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un lab...
Menos copiosa que cierta enciclopedia china que abarca mil veintiocho tomos de doscientas páginas en octavo cada uno, la nueva Enciclopedia Francesa que dirige, rodeado de especialistas...
En 1897 la disparó contra el presidente del Uruguay un muchacho de Montevideo, Arredondo, que había pasado largo tiempo sin ver a nadie, para que lo supieran sin cómplice. Treinta años ...
Tarde que socavó nuestro adiós. Tarde acerada y deleitosa y monstr… Tarde cuando vivieron nuestros lab… El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
Al cabo de los años del destierro volví a la casa de mi infancia y todavía me es ajeno su ámbito. Mis manos han tocado los árboles como quien acaricia a alguien que…
Desde el principio hasta la joven… la terrible belleza te acechaba como a los otros la propicia suert… o la adversa. En las albas te espe… de Londres, en las páginas casuale…