#EscritoresChilenos
El mar sus millares de olas mece, divino. Oyendo a los mares amantes, mezo a mi niño. El viento errabundo en la noche
Manitas de los niños, manitas pedigüeñas, de los valles del mundo sois dueñas. Manitas de los niños
Amarás la belleza, que es la sombr… No hay arte ateo. Aunque no ames… No darás la belleza como cebo para… No te será pretexto para la lujuri… No la buscarás en las ferias ni ll…
Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la Tierra, y lo mismo si estás alegre, hijo mío, juega con ella... Se oyen cosas maravillosas
Una rata corrió a un venado y los venados al jaguar, y los jaguares a los búfalos, y los búfalos a la mar... ¡Pillen, pillen a los que se van!
Madre, cuando sea grande, ¡ay..., qué mozo el que tendrás! Te levantaré en mis brazos, como el zonda al herbazal. O te acostaré en las parvas
Le he encontrado en el sendero. No turbó su ensueño el agua ni se abrieron más las rosas; abrió el asombro mi alma. ¡Y una pobre mujer tiene
Duérmete con tus dos sangres, en cervato del Desierto, bien si acaso te despiertas, bien si quedas en ef sueño: bueno es vivir y morir,
Dejaron un pan en la mesa, mitad quemado, mitad blanco, pellizcado encima y abierto en unos migajones de ampo. Me parece nuevo o como no visto,
¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, a la reina con el rey! Este verde campo es tuyo. ¿De quién más podría ser? Las oleadas de la alfalfa
Creo en mi corazón, ramo de aromas que mi Señor como una fronda agita… perfumando de amor toda la vida y haciéndola bendita. Creo en mi corazón, el que no pide
Amo las cosas que nunca tuve con las otras que ya no tengo. Yo toco un agua silenciosa, parada en pastos friolentos, que sin un viento tiritaba
Corderito mío, suavidad callada: mi pecho es tu gruta de musgo afelpada. Carnecita blanca,
Vamos pasando, pasando la vieja Araucanía que ni vemos ni mentamos. Vamos, sin saber, pasando reino de unos olvidados,
Te voy a contar la hierba de cabellera soltada y latiendo y ondulando como llena de palabras. Es una niña en el gajo