Versos de circunstancias, 1871
#EscritoresCubanos
Por tus ojos encendidos Y lo mal puesto de un broche, Pensé que estuviste anoche Jugando a juegos prohibidos. Te odié por vil y alevosa:
Mirala! ¡Es negra! ¡Es torva! Su… Hambre la azuza. Son sus dientes… Antro su fauce; secadores vientos Sus hálitos; su paso, ola que trag… Huertos y selvas; sus manjares, ho…
En la vida desterrada No hay puerto, seno ni abrigo Como el hallar un amigo En la sed de la jornada. Pero el consuelo es mayor
Dicen, buen Pedro, que de mí murm… porque tras mis orejas el cabello en crespas ondas su caudal levanta… diles, ¡bribón!, que mientras tú e… en rubios caldos y en fragantes po…
Homagno sin ventura La hirsuta y retostada cabellera Con sus pálidas manos se mesaba. “Máscara soy, mentira soy, decía; Estas carnes y formas, estas barba…
Este es el número de La Edad de Oro, donde se ve lo viejo y lo nuevo del mundo, y se aprende cómo las cosas de guerra y de muerte no son tan bellas como las de trabajar: ¡a saber si el ...
Los pueblos todos del mundo se han juntado este verano de 1889 en París. Hasta hace cien años, los hombres vivían como esclavos de los reyes, que no los dejaban pensar, y les quitaban m...
Si quieren que de este mundo Lleve una memoria grata, Llevaré, padre profundo, Tu cabellera de plata. Si quieren, por gran favor,
Sé de brazos robustos, Blandos, fragantes; Y sé que cuando envuelven El cuello frágil, Mi cuerpo, como rosa
Dicen que un suizo, de cabello rub… Y ojos secos y cóncavos, mirando Con desolado amor a sus tres hijos… Besó sus pies, sus manos, sus delg… Secas, enfermas, amarillas manos;
Estoy en el baile extraño De polaina y casaquín Que dan, del año hacia el fin, Los cazadores del año. Una duquesa violeta
Por la tumba del cortijo Donde está el padre enterrado, Pasa el hijo, de soldado Del invasor: pasa el hijo. El padre, un bravo en la guerra,
Allí despacio te diré mis cuitas, ¡Allí en tu boca escribiré mis ver… ¡Ven, que la soledad será tu escud… Ven, blanca oveja, Pero, si acaso lloras, en tus mano…
¡Cuentan las cosas con tantas palabras raras, y uno no las puede entender!: como cuando le dicen ahora a uno en la Exposición de París: «Tome una djirincka—¡djirincka!—y vea en un momen...
De gorja son y rapidez los tiempos… Corre cual luz la voz; en alta agu… Cual nave despeñada en sirte horre… Húndese el rayo, y en ligera barca El hombre, como alado, el aire hie…