(1923)
#EscritoresEspañoles #Generación27 #Presagios (1923)
¡Cuando te marchas, qué inútil buscar por dónde anduviste, seguirte! Si has pisado por la nieve sería como las nubes
Miedo. De ti. Quererte es el más alto riesgo. Múltiples, tú y tu vida. Te tengo, a la de hoy; ya la conozco, entro
¡Qué cuerpos leves, sutiles, hay, sin color, tan vagos como las sombras, que no se pueden besar si no es poniendo los labios
¡Qué de pesos inmensos, órbitas celestiales, se apoyan —maravilla, milagro—, en aires, en ausencias,
Empújame, lánzame desde ti, de tus mejillas, como de islas de coral, a navegar, a irme lejos para buscarte, a buscar
Entre la tiniebla densa el mundo era negro: nada. Cuando de un brusco tirón —forma recta, curva forma— le saca a vivir la llama.
No en palacios de mármol, no en meses, no, ni en cifras, nunca pisando el suelo: en leves mundos frágiles hemos vivido juntos.
Estoy pensando, es de noche, en el día que hará allí donde esta noche es de día. En las sombrillas alegres, abiertas todas las flores,
Cuántas veces he estado —espía del silencioesperando unas letras, una voz. (Ya sabidas. Yo las sabía, sí,
Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto que duró más que un relámpago, que un milagro, más.
Posesión de tu nombre, sola que tú permites, felicidad, alma sin cuerpo. Dentro de mí te llevo porque digo tu nombre,
La materia no pesa. Ni tu cuerpo ni el mío, juntos, se sienten nunca servidumbre, sí alas. Los besos que me das
Aquí, en esta orilla blanca del lecho donde duermes, estoy al borde mismo de tu sueño. Si diera
Me estoy labrando tu sombra. La tengo ya sin los labios, rojos y duros: ardían. Te los habría besado aún mucho más.
Estabas, pero no se te veía aquí en la luz terrestre, en nuest… de todos. Tu realidad vivía entre nosotros indiscernible y cierta