#1979 #Cotidianas #EscritoresUruguayos
Una ensenada sólo vista en postale… una región perpleja del recuerdo una fruta escasísima y sabrosa un suburbio que ya no se frecuenta una paloma absorta en los pretiles
Nuestro conferenciante de esta noc… es de aquellos que nunca necesitan presentación o panegírico quién no conoce al huésped de la s… al utilero del ambage
Yo/ fulano de mí/ llevo conmigo tu rostro en cada suerte de la his… Tu cuerpo de mengana es una gloria y por eso al soñar sueño contigo. Luego/ si el sueño acaba te persig…
La primera vez que los vi fue en el Paseo Marítimo. No diré que parecían dos tortolitos, porque él tendría unos treinta y cinco y ella un poco menos, pero sí que eran la imagen viva de ...
Aquella noche Hyde y Jekyll decidieron tomar un trago silbó bajito el Dr. Jekyll y dijo hoy me siento ufano tengo tranquila la conciencia
Otra vez estoy solo tan hondamente solo que no siento la ayuda ni el calor
Todo campo es el nuestro por ejemplo está éste verde dispuesto verde los surcos y los surcos
Cuando mi padre se arruinó con la farmacia de Tacuarembó, la familia pasó, casi sin transición, de la vida confortable a la casi miseria. Fuimos a dar a una casucha con techo de zinc en...
Llegan de atrás pero no importa son nuevas en verdad alentadoras marx se sabía su shakespeare de me… y el che sentía latir
La pena aletea como un fuego fatuo sobre los cementerios y otras verb… es un fantasma de mejillas blancas que se duele de todos y de nadie la pena sueña con amaneceres / llo…
El ojo de este pez que aún se agit… no evoca desconcierto sino confirm… de sus presagios sobre el pobre mu… el ojo del pez mira a través de los cuerpos
Pavadas que uno inventa en el exilio para de algún modo convencerse de que no se está quedando sin paisaje, sin gente, sin cielo, sin país. Las geografías, qué delirio zonzo. Al menos u...
Ahora que este siglo uno cualquiera se deshilacha se despoja de sus embustes más canallas de sus presagios más obscenos
El cielo de veras que no es éste d… el cielo de cuando me jubile durará todo el día todo el día caerá como lluvia de sol sobre mi calva.
Ésta debe ser la trigésima despedida. Es un trámite que Fernando Varengo conoce de sobra. Como testigo, claro; no como viajero. Asistir a la normal y apasionada discusión de Migue...