#1986 #EscritoresUruguayos #PreguntasAlAzar
Con dos miradas miro dos paisajes aquí el fragor labrado surco a surco
Mírela y no proteste ésta es su tierra amigo ella lo está esperando como una amante nueva
Cuando Adán el primero agobiado por Eva y por la soledad inventó cautelosamente a dios no tenía la menor idea de en qué túnel de niebla había me…
Había oído mencionar su nombre, pero la primera vez que la vi fue un rato antes de subir al vapor de la carrera. Mis viejos y mis hermanas habían venido a despedirme y estaban alg...
Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura cada ciudad puede ser tantas como amorosos la recorren el amor pasa por los parques
Nadie sabe en qué noche de octubre… de fatigados duendes que ya no ocu… puede inmolarse la perdida infanci… junto a recuerdos que se están hac… Qué sorpresa sufrirse una vez deso…
Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia ...
Cielito cielo que sí cielo del sesenta y nueve con el arriba nervioso y el abajo que se mueve que vengan o que no vengan
Porque te tengo y no porque te pienso porque la noche está de ojos abier… porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu ima…
Aquí empieza el descanso. En mi conciencia y en el almanaque junto a mi nombre y cargo en la pl… aquí empieza el descanso. Dos semanas.
La anestesia me introduce en una p… me recompensa con una borrachera d… no la mía / otra infancia / la que… me brinda un perro fiel que corre… y vuelve a mí con un crucifijo ent…
Hay almohadas de pluma hay almohadas de siesta de lana de vientre de muerte
España si algún cronista te acusa de maniquea torpe inculta pobre y fea y al término de esa lista te llama tercermundista
Hacía por lo menos veinte años que Aníbal Sastre conocía a Bernardo Giudice y Amanda Doria. Ni uno ni otra integraban el círculo más o menos estrecho de sus amigos, pero Bernardo y él h...
Se había olvidado del carnaval y s… de los insomnios después de cada e… de los barriletes con hojas de afe… de sus trescientos soldaditos de p… se había olvidado de las tardes en…