#EscritoresChilenos (1924) Canciones Ternura cuna de
Ojitos de las estrellas abiertos en un oscuro terciopelo: de lo alto, ¿me veis puro? Ojitos de las estrellas,
Dame señor la fuerza de las olas d…
Una casa va naciendo en duna californiana y va saltando del médano en gaviota atolondrada. El nacimiento lo agitan
Como soy reina y fui mendiga, ahor… vivo en puro temblor de que me dej… y te pregunto, pálida, a cada hora… «¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te a… Quisiera hacer las marchas sonrien…
Lago Llanquihue, agua india, antiguo resplandor terrestre, agua vieja y agua tierna, bebida de vieja gente, agua fija como el indio
La bailarina ahora está danzando la danza del perder cuanto tenía. Deja caer todo lo que ella había, padres y hermanos, huertos y campi… el rumor de su río, los caminos,
Ganas tengo de cantar, sin.razón de mi algarada: ni vivo en la tierra de donde es la palma, Ni la madre mía
País de la ausencia extraño país, más ligero que ángel y seña sutil, color de alga muerta,
¿Qué tendrán las piedras pardas y los pedriscos y el légamo que al más cascado lo llevan alácrito de ardimiento? Es como que el Valle hace
La casa blanca de cien puertas brilla como ascua a mediodía. Me la topé como a la Gracia, me saltó al cuello como niña. La patria no me preguntaron,
Si me ponen al costado la ciega de nacimiento, le diré, bajo, bajito, con la voz llena de polvo: —Hermana, toma mis ojos.
Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad. En el valle de Elqui, ceñido
Y después de tener perdida lo mismo que un pomar la vida, —hecho ceniza, sin cuajar—, me han dado esta montaña mágica, y un río y unas tardes trágicas
Al llegar la medianoche y al romper en llanto el Niño, las cien bestias despertaron y el establo se hizo vivo. Y se fueron acercando,
Madrecita mía, madrecita tierna, déjame decirte dulzuras extremas. Es tuyo mi cuerpo