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**Padre, como el centurión, no soy digna todavía,**

Me das la bienvenida a tu presencia de todos modos.

 
 
 
Tu amor es incondicional, sin importar mis pecados,
Me abrazas con misericordia, aunque esté quebrado.
 
Como el centurión, solo pido una palabra,
Para sanar mi alma enferma, para hacerme completo.
 
No soy digna de entrar en tu morada santa,
Pero me invitas a tu mesa, a compartir tu pan.
 
Soy un pecadora, lo reconozco, no puedo negarlo,
Pero tu gracia me cubre, me hace digno de llamarte Padre.
 
Gracias por tu amor inmerecido, por tu misericordia,
Que me da esperanza y me llena de alegría.
 
Padre, como el centurión, me postro ante ti,
Humilde y agradecida, por tu amor que me hace libre.
 
En tu presencia encuentro paz, consuelo y perdón,
Tú eres mi refugio, mi fortaleza, mi salvación.
 
Te amo, Padre, con todo mi corazón,
Por tu gracia que me transforma, por tu Espíritu que me da vida.
 
Gracias por darme la bienvenida a tu presencia,
Aunque no sea digna, me abrazas con tu amor y tu esencia.

# Amor Dolor Admiracion

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