“ Flores envidiosas “
Las flores se inclinan, mustias, cabizbajas,
al verte pasar, con tu gracia inmortal.
Sus pétalos tiemblan, sus colores se apagan,
opacados por tu fulgor sin igual.
La rosa, orgullosa, de rojo pasión,
se torna ceniza ante tu piel de alabastro.
El lirio, tan blanco, símbolo de devoción,
se marchita lento, presa de un triste desastre.
¿Cómo pueden competir con tu mirada de estrellas,
con tu sonrisa que alumbra la oscura agonía?
Son joyas marchitas, coronas sin reinas bellas,
condenadas a envidiar tu luz y tu lozanía.
En vano se adornan con gotas de rocío,
imitando las lágrimas que a veces te bañan.
Pues saben, con certeza, que en este escenario,
solo tú eres la reina, la que a todas nos engañan.
Y aunque intenten negarlo con fragante bravura,
sus espinas confiesan la verdad que las hiere:
envidian tu belleza, tu fuerza, tu dulzura,
y la magia que llevas al andar por la tierra.
